Por: ARLINDO LUCIANO GUILLERMO
HUANUCO | "Educación de calidad" es el caballito de batalla de moda que difunde la publicidad. Todos la usan como señal de modernidad, adecuación a las necesidades del mundo moderno y de aprendizaje trascendental. Del dicho al hecho, hay mucho trecho. En marzo, empiezan las clases en los colegios del Perú. Entonces surge la pregunta: ¿qué deben aprender los estudiantes a través de los conocimientos en 40 semanas de clases?
Un aprendizaje que no ayuda a resolver problemas cotidianos y personales es estéril. Las actitudes que se enseña con sofisticada y copiosa teoría, al margen del ejemplo, es hipocresía moral y social, que no merecen millones de estudiantes que ven en la escuela como el escenario de educación para la vida. Nadie aprende natación por correspondencia. La educación tiene que ser útil, decente, productiva, necesaria para la vida de hoy, democrática, horizontal, desprejuiciada y científica.
En este contexto, la educación peruana (y regional) debe enseñar tres habilidades sobre la base de los contenidos de los cursos: leer, escribir (redactar) y pensar. Para este objetivo, el maestro (mediador) debe ser el líder ejemplar de lectura, escritura y libertad de pensamiento. Sin un guía cualquier trabajo pedagógico es un fracaso previsible y prevenible.
Si un estudiante no entiende lo que lee está en total desventaja para aprender. Sin lectura no hay aprendizaje. Todo gira alrededor de la lectura. Escribir exige un esfuerzo mayor: plasmar el aprendizaje en la escritura, utilizando palabras, reglas, sintaxis e imaginación. Un ciudadano que no lee, jamás podrá escribir con criterio, orden y responsabilidad. Leer y escribir crean las condiciones para la opinión, el punto de vista, el comentario, la argumentación; es decir, asumir una posición crítica y reflexiva sobre el conocimiento y la realidad. Es allí donde el "plan lector" debe funcionar. ¿Los maestros tienen un plan lector propio? Y si no lo tienen, quiénes dirigen y evalúan el plan lector de los estudiantes.
Un pueblo es grande no solo por su infraestructura, puentes, carreteras, sino también por el capital humano emergente en la escuela y la familia. Si los jóvenes salen del colegio sin saber leer, escribir y pensar con idoneidad, entonces tendremos estudiantes universitarios limitados por el memorismo, el facilismo y la frivolidad. Los cursos a veces terminan en los exámenes, pero leer, y escribir y pensar duran para toda la vida. ¿Alguien aprende para olvidarse después? La nota es un número y no el aprendizaje significativo. Antes que el 20, hay que apreciar la lectura.
Fuente: http://www.correoperu.com.pe/correo/columnistas.php?txtEdi_id=28&txtSecci_parent=&txtSecci_id=82&txtNota_id=289151
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