jueves, 4 de octubre de 2012

POR UN AUMENTO DE SUELDOS AL MAGISTERIO NACIONAL ( JUAN BOREA ODRÍA)




                 POR UN AUMENTO DE SUELDOS AL MAGISTERIO NACIONAL
Ser colegio particular no nos exime de pensar y aportar ideas a la educación pública; al contrario, ambos niveles de gestión debemos colaborar para el logro de una educación de calidad. Por ello nos preocupa sobremanera la huelga magisterial, que al 24 de setiembre lleva ya 20 días con el consiguiente perjuicio para los estudiantes que no pueden asistir a clases y para los mismos docentes, que tienen que enfrentar una situación de tensión familiar y profesional por la huelga, que deben hacer marchas y movilizaciones, 
al mismo tiempo ven recortarse sus salarios. Quienes vivimos en los distritos del centro de  Lima no vemos los efectos de esta huelga; esto sucede porque en Lima el 56% de los alumnos están en el sector privado (a nivel del país es un 30%), y los colegios públicos están asentados en zonas periféricas. Pero la huelga existe y muchos estudiantes están sin clases, con riesgo de en la práctica perder el año escolar. 
Los medios de comunicación afines al gobierno suelen presentar esta huelga como irracional (porque ya hay un proyecto de ley en el Congreso) o como una acción política del Partido Comunista del Perú “Patria Roja”. La realidad sin embargo es mucho más compleja. Empecemos por la organización sindical; el SUTEP (Sindicato Unitario de Trabajadores de la Educación del Perú) nace en la década de 1970; en la conducción de este sindicato se posicionó Patria Roja, no sólo por su actuación política, sino porque otros partidos políticos no han trabajado allí de manera orgánica, dejando en la práctica el triunfo a Patria Roja por “W.O.” Esto no significa que todos los maestros sean de ese partido; al contrario, cuando en las elecciones  presidenciales  de 2006 se presentaron no obtuvieron ni el 0.5% de los votos. Pero los maestros reconocen esa dirigencia cuando se presentan los conflictos salariales. 
En la década del 2000 un grupo de sectores más radicales de izquierda empiezan a disputar a Patria Roja la conducción del SUTEP a nivel de regiones, y hacia 2008 se plantean en la práctica como un nuevo sindicato que no reconoce al Comité Ejecutivo Nacional del SUTEP. Este CONARE se divide luego en dos sectores, uno conducido por Puka Llacta, y otro por el MOVADEF, brazo político de Sendero Luminoso.
El CONARE de MOVADEF, que controla Puno, Cuzco, Ucayali, Tacna, impulsó una huelga de dos meses que ya suspendieron; el CONARE de Puka Llacta que controla Junín, Ancash, norte de Lima, inició una huelga el 14 de agosto; y el sector mayoritario controlado por Patria Roja inició la huelga el 5 de setiembre.  Pero los maestros están en la huelga por una razón elemental, ajena a las disputas de las dirigencias: no reciben un aumento de salario desde 2006; Toledo duplicó los salarios magisteriales; el gobierno del APRA sólo aumentó a quienes se incorporaron a la nueva Carrera Pública Magisterial (55,000 
docentes) en tanto a quienes continúan en la antigua Ley del Profesorado no les aumentaron ni un sol.

En este marco el gobierno actual  impulsó un nuevo proyecto de ley denominado Ley de Reforma Magisterial, que tiene un 95 % de lo estipulado en la vigente Ley de Carrera Pública pero que añade algo clave: deroga las leyes anteriores y obliga a los maestros a incorporarse a la nueva ley. Y no ha dado ni quiere dar aumentos (a pesar que tiene 720 millones disponibles) hasta que no se apruebe la ley y no se incorporen los maestros al nuevo régimen que se aprobaría.
El problema es que ley va a demorar en aprobarse, pues además de las dos leyes vigentes hay cuatro proyectos de ley más sobre el mismo tema; y no necesariamente se aprobará con el tenor propuesto por el gobierno. Por ello exhortamos al gobierno a otorgar ahora un aumento a todos los maestros, aunque sea en bonificaciones temporales que serían consolidadas al darse la nueva ley, cualquiera sea su tenor. 
No debe esperar a que la huelga se extinga por cansancio sin dar solución; pues aún este caso millones de alumnos habrán perdido parte sustancial del año escolar, y  un magisterio humillado y derrotado no regresará a clases con ánimo sino con desilusión y desmotivación.

Juan Borea Odría, 
director del Colegio Héctor de Cárdenas 

FUENTE: http://www.hectordecardenas.edu.pe/wp-content/uploads/2012/09/Amigo-1078.pdf

lunes, 1 de octubre de 2012

Huelga del SUTEP: mentalidades e ideologías del magisterio nacional


Huelga del SUTEP: mentalidades e ideologías del magisterio nacional

Por: Billy Crisanto Seminario
Huelga del SUTEP:  mentalidades e ideologías del magisterio nacional
Foto: periodicoelhalcon.blogspot.fr
En el contexto de una huelga del SUTEP que amenaza prolongarse, es oportuno, ahondar en los sustratos ideológicos que operan en las actitudes y en las mentalidades del magisterio nacional.  De plano, ordenar el sistema educativo público es entre otras cosas  oponer dos paradigmas mentales opuestos. La mentalidad estatista por un lado, y la liberal por el otro. Esta dualidad, si bien se ha estructurado académicamente en los centros formadores superiores, es el reflejo de la evolución política y económica ocurrida en el país en las últimas décadas. El estatismo, como espacio laboral exclusivo y excluyente, y  también como actitud,  comenzó prácticamente con el nacimiento de la república. Sin embargo alcanzó visos alarmantes entre las décadas de los setenta y de los ochenta.

La mentalidad estatista se oficializó en la Ley del Profesorado. Ésta generó que la expectativa principal de todo docente egresado de un centro superior fuera obtener una plaza laboral en el Estado. Dicha plaza implicaba una trinchera blindada contra todo tipo de despidos, léase estabilidad laboral absoluta. Era tal la oferta de trabajo en el sistema público que la mayor parte de maestros  escogía quedarse en la ciudad, y las plazas de las zonas rurales debían cubrirse con profesores intitulados, y algunas veces, sólo con estudios secundarios. El título se iba obteniendo en el camino.

Consecuencia de ello, en los noventa apareció otro factor negativo. Se trata del negocio de los estudios de profesionalización docente, en los cuales se asistía unas cuantas semanas a las universidades en las vacaciones de verano durante tres, cuatro, o cinco años. En los meses restantes se resolvían las actividades o tareas de los módulos entregados por cada  catedrático. Éstas se presentaban en el mes de agosto, durante las vacaciones de medio año, donde volvían a recibir nuevos módulos. He sido testigo de excepción de la precariedad académica de buena parte de estos maestros, a quienes no les quedaba otra opción que pagar para que les hagan sus trabajos y para que los preparen para exponerlos. Y es que desde el primer día de clase su profesor de la universidad les repartía los temas para “investigar”, y las clases no consistían en otra cosa que la exposición de trabajos.

Volviendo a la mentalidad estatista, un hecho tan crucial como negativo, en muchos de estos docentes era pensar que una vez logrado su nombramiento en una plaza del Estado terminaba su etapa de estudiar, y sólo debían aplicar lo que aprendieron en la facultad o en instituto. De esta manera se fueron quedando sólo con lo aprendido en la los años de su formación,  como si la pedagogía, la didáctica y las diferentes ciencias no avanzaran.  El pretexto era que el sueldo no alcanzaba para actualizarse. Pasó el tiempo y hoy la mayor parte de estos docentes se quedaron y defienden la Ley del Profesorado y ahora están en huelga.

A finales de los años noventa y a comienzos del dos mil la sobreoferta docente determinó, una competencia muy fuerte en las plazas ofrecidas por el Estado. Incluso las vacantes en los pueblos más alejados de la ciudad comenzaron a ser muy disputados. Fue en esta época donde comenzó a surgir el paradigma liberal, aunque sólo en algunos centros formadores (facultades de educación e institutos pedagógicos), principalmente privados. En gran parte de universidades públicas, los catedráticos de humanidades (muchos de ellos formados bajo los enfoques marxistas) continuaron inculcando la noción del Estado como el gran proveedor de empleo. Sin embargo, y pese a todo la mentalidad liberal comenzó a abrirse paso, especialmente en los maestros más jóvenes.

El principal signo de este cambio de mentalidad fue dejar de pensar al Estado como un ente obligado a generarles una plaza de trabajo. Fueron preparados con una perspectiva más amplia y dinámica. Estaban capacitados para trabajar, además de profesores de aula, como investigadores o promotores (para nombrar dos ejemplos). Dejaron de considerarse con el derecho a una estabilidad laboral incondicional. Pero, lo más importante es que la enorme competencia por una plaza los llevó a convencerse de que su permanencia y su ascenso laboral dependían de su capacidad y de  su preparación. Consecuentemente tenían que seguir estudiando y capacitándose, aunque ya tuvieran trabajo. Gran parte de este sector de maestros fueron los que postularon a la Carrera Pública, asumiendo la meritocracia como el principio que regía sus carreras.

Arribamos a un punto donde la mentalidad estatista, en la forma de una serie de  reivindicaciones, entre ellas la mencionada estabilidad laboral absoluta, se convirtieron en las banderas de lucha del SUTEP para convocar a huelgas y paralizaciones. Insistiendo en la anacrónica demanda de aumentos sin examen ni mérito alguno. La Ley del Profesorado que tanto defienden, antes que tener un espíritu meritocrático, es gerontocrática. En efecto, los exiguos incrementos de sueldo están amarrados al ascenso de nivel, cuyo único requisito es haber cumplido cierta cantidad de años de servicio, no importando las capacidades y los estudios realizados.

¿El Sutep es uno solo y nadie lo divide?


Escribe: OTRAMIRADA | Opinión - 30 sep 2012
DIRIGENCIA DEL SUTEP ES ATACADA POR EL CONARE EL PRIMER DÍA DE LA X HNI 
                               Las huelgas del magisterio mantienen en vilo desde hace varias semanas a buena parte del territorio nacional y lo que antes era una sola sigla – el Sutep – ahora parece multiplicarse en varias otras que se descalifican mutuamente. ¿Qué ha sucedido?
“El Sutep es uno solo y nadie lo divide” esta consigna histórica del movimiento sindical del magisterio, desafortunadamente, no es cierta más. Primero, porque lo que existe como gremio sindical docente, en ninguna de sus variantes, es verdaderamente tal. El Sutep no existe como frente único sindical en el que conviven diversas corrientes gremiales y políticas así como maestros independientes. Lo que existe en la realidad es el trabajo político en el magisterio de distintas organizaciones, como es el caso de Patria Roja, la más antigua y extendida, el Movadef –organismo de fachada de Sendero Luminoso– y según algunos, Proseguir, una variante radical del anterior.
¿Por qué ha llegado el magisterio a esta situación? Por la falta de democracia sindical que llevó a que, progresivamente, diversas tendencias políticas se fueran alejando del tronco principal del sindicato, controlado por Patria Roja. Esto es lo que da origen al Conare (Comité Nacional de Reconstrucción) del Sutep, establecido el 2003, en el que originalmente convivieron diversas tendencias políticas y finalmente solo ha quedado Sendero en sus dos versiones, la acuerdista y la aún más extrema.
Se extraña en este concierto la presencia de otras organizaciones, ajenas al dogmatismo y sectarismo de las anteriores, que en algún momento de la última década tuvieron importancia principalmente en Lima, pero que parecen haber sido puestas de lado por el manejo burocrático y la radicalidad anti estatal de las dos primeras.
El principal responsable de esta situación es Patria Roja por haber establecido, en los últimos 40 años una dictadura sindical en el magisterio que a la postre ha destruido el sindicato. Desafortunadamente, esta situación se proyecta a otras organizaciones magisteriales como la Derrama Magisterial y el Colegio de Profesores, la primera controlada por Patria Roja a través de la única facción del Sutep reconocida por el Ministerio de Educación, mientras el segundo no supera la división en la que se encuentra sumido producto del mismo sectarismo político.
Hay que señalar, sin embargo, que a pesar de su autoritarismo gremial, Patria Roja ha persistido en un largo trabajo político en el magisterio, enfrentando a Sendero Luminoso y pagando un alto precio por ello. Lo que extrañan otros partidos que muchas veces han acompañado a Patria en esta lucha es que esa gran experiencia no se haya convertido en una herramienta que finalmente contribuya a la democracia entre los maestros.
Esta realidad, por supuesto, no hace mejor al Conare en cualquiera de sus facciones, ya que el sectarismo de las organizaciones que lo dirigen es seguramente mayor que el de Patria Roja. Sin embargo, lo que debiéramos preguntarnos es cómo los más de trescientos mil maestros del servicio público educativo en el Perú tienen como influencia política dominante a agrupaciones que lo último que hacen es promover la democracia sindical donde tienen influencia. Peor todavía, cómo el Conare, ligado por sus antecedentes políticos a un proceso de lucha armada de carácter terrorista, ha llegado a ser la influencia dominante entre los maestros en, para algunos siete y para otros hasta doce, regiones del Perú.
Aquí hay una grave responsabilidad para los partidos que se dicen democráticos, en especial para los partidos de izquierda que se reclaman democráticos por la importancia que estos últimos le han dado siempre al trabajo gremial en los sectores populares. Decimos esto para salirle al paso a la derecha, que prefiere mirar a otro lado y señalar al Sutep como una organización únicamente especializada en promover desórdenes. La lucha por la democracia en las organizaciones del magisterio, llámense Sutep, Derrama Magisterial o Colegio de Profesores, es una lucha política y no policial y/o judicial. Los partidos y en especial la izquierda deben asumirla como tal para que los maestros peruanos cuenten con organizaciones, sobre todo con un sindicato, que exprese sus intereses.
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