León Trahtemberg:
"Los padres que le ladran a los profesores"
LIMA -
Recuerdo a un alumno que le dijo a su profesor "si no me sube la nota, la traigo a mi mamá para que ladre un poco y verá cómo le hacen cambiar la nota". Me dejó pensando en la imagen de madre y profesor que tenía este joven, y en la capacidad que eso le dejaba a la familia y al colegio para corregirlo y educarlo.
Muchos padres y madres de hoy no logran entender que sobreproteger, encubrir, desconocer las faltas de sus hijos comunicados por el colegio, solamente los debilita, porque no les enseña a enfrentar las consecuencias de sus actos, ser responsables y autodisciplinados, actuar en función a ciertos límites, reglas y valores y, sobre todo, ser autónomos. Los vuelve dependientes y les enseña a esperar que sus padres u otros les arreglen el mundo para que ellos sigan haciendo lo que les place.
Eso está muy lejos de ser una buena educación.Defender al hijo o hija planteando que son otros los que tienen la culpa -los compañeros indisciplinados o profesores incompetentes-, ponerse agresivos, intimidatorios o amenazantes ante los profesores o tutores, lo único que logra es que éstos no les digan a los padres todo lo que les preocupa de su hijo (a), o que pasen por alto sus faltas (para no tener problemas con los padres).
Con ello los únicos que pierden son sus hijos, porque los padres desperdician la oportunidad de recibir del colegio información amplia y orientaciones útiles, impidiéndoles intervenir a tiempo para corregir esas conductas o dificultades, que sin duda no se van a extinguir por sí solas, sino agravar o quedar latentes y explotar en el futuro.
Con ello los únicos que pierden son sus hijos, porque los padres desperdician la oportunidad de recibir del colegio información amplia y orientaciones útiles, impidiéndoles intervenir a tiempo para corregir esas conductas o dificultades, que sin duda no se van a extinguir por sí solas, sino agravar o quedar latentes y explotar en el futuro.
¿Qué ganan con eso los padres? Nada. La sonrisa manipuladora del hijo o hija, que por un lado se siente triunfante en su objetivo, pero por otro lado sabe que está actuando mal y que sus padres se lo están permitiendo. En suma, sienten que a sus padres no les importa si sus hijos actúan mal, sino que nadie se los diga. No encuentro mucho amor paternal o maternal en esa actitud.
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